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Michèle Mouton, ¡la historia más grande jamás contada!

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Este es un vídeo dedicado a las mujeres. A veces me faltan títulos, pero hoy me sobraban. ¿Qué os parece éste: “Cuando Röhrl no quería ser el primer hombre en perder frente a una mujer…” Os voy a poner en antecedentes: En la primera mitad de los 80 corrieron los coches de rallyes más rápidos y peligrosos que jamás han existido; coches con potencias similares a la de los F1 pero que circulaban por estrechas carreteras con hielo, nieve, barro, tierra o, con suerte, resbaladizo asfalto. Participaban los pilotos más míticos de la historia de los rallyes. Y era un mundo de hombres… bueno, se puede decir que era un mundo muy machista: pilotos, copilotos, jefes de equipo, ingenieros, mecánicos, chóferes, cocineros… eran hombres. Y si había alguna mujer, era una azafata que hacía, perdonar el término, pero era así, de “decoración”. Y entonces aparece Michèle… y ningún hombre quería que una mujer le ganase… pero en más de una ocasión, les ganó a todos… y solo la mala suerte impidió a esta mujer ser Campeón de Mundo de Rallyes… Como os he dicho al comienzo, tenía muchos títulos y al final he escogido este: “¡La historia más grande jamás contada!” ¿Por qué? Porque el mundo del automóvil, de las carreras, están llenas de grandes historias y de grandes hombres… y de muy pocas mujeres. Y ninguna, 40 años después, ni siquiera se ha acercado a los logros que consiguió esta francesa. Si siempre digo que la realidad supera a la ficción, esta historia es un ejemplo que demuestra que es cierto. Os contaré todo, con detalle, comenzando, como debe ser, por el principio. Pero la conclusión os la anticipo ya. Y no es mía, es de otra mujer que también consiguió logros que ninguna mujer ha vuelto a repetir. Me refiero a Fabrizia Pons, su copiloto, que dice algo que es para mí es la clave de todo: “Michèle había nacido para ser piloto de rallyes”. Comienzos casuales. Michèle nace en Grasse, Francia, en 1951. Su padre era un gran aficionado al mundo del automóvil y la pequeña Michèle, con solo 14 años “robaba”, entre comillas, el 2 CV que tenía su padre en una casa de campo para comenzar su “carrera” de piloto. No comenzó joven y lo hizo casi de casualidad participando en 1973 como copiloto de su amigo Jean Taibi nada menos que en el Rallye de Córcega. Pero enseguida se dio cuenta de una cosa: El asiento que le gustaba era el de la izquierda. Y decidió dar el salto y participar como piloto. Apoyo de su padre. Ella lo dice siempre: Su padre era su “héroe”. Y seguramente ella era la heroína de su padre. El caso es que el Sr. Mouton le compra un Alpine A110 y le financia una temporada en rallyes y le dice: “Si destacas y consigues patrocinadores seguimos y si no, al menos lo habrás intentado”. En 1974, Michèle hace una temporada con actuaciones destacadas, pero sobre todo destacadas “para ser chica”. A todo el mundo le sorprendía que una chica, además joven y guapa, pudiese ser tan rápida. Llegan Elf y Fiat. En 1975 la compañía petrolera francesa Elf le ofrece su apoyo y Michèle se convierte en profesional. También gracias a Elf formó parte de un equipo femenino junto con Christine Dacremont y Marianne Hoepfner que llevaron el prototipo Moynet LM75 al primer puesto de su categoría en las 24 horas de Le Mans. Michèle se divirtió mucho corriendo bajo la lluvia y rebasando a coches más potentes. En 1977 le ofrecen formar parte del equipo oficial de Fiat para correr el Campeonato francés. A Michèle nunca le gustó ese coche con motor delantero y que según ella “se conducía como un camión”. Quizás el haberse formado conduciendo un Alpine y haber conducido coches como el Stratos le hacían ver a ese coche con otros ojos… Un truco publicitario. A comienzo de los 80, Audi quería ser una marca Premium y decidió que el Mundo de los Rallyes era un buen escenario en el que destacar. Desarrollo un coche revolucionario, el primer Audi Quattro, con turbo y tracción total. Y fichó a uno de los mejores pilotos del momento, el finlandés Hannu Mikkola. Y pensaron, ¿y si fichamos a una mujer? Nos daría una muy buena publicidad. Si lo hace medio bien, hablaría muy claro de las bondades del coche… y si lo hace mal, pues ¡es una mujer! basta que sea simpática. Pero con Michèle se equivocaron. Sí, era y es simpática… pero con mucho carácter. Cuando se enfadaba, daba miedo. Se equivocaron porque Michèle no iba a Audi a hacer de “florero”. Y la excelente copiloto que fichó, Fabrizia Pons, tampoco. Y esto quedó claro desde el principio, pero sobre todo en el Rallye de San Remo, donde se convirtió en la primera mujer, y de momento en la última, en ganar una prueba del Mundial de Rallyes… y no lo tuvo fácil, nada fácil. ¿Mala suerte? En 1982, ya bajo el reglamento de Grupo B y con el Audi Quattro muy mejorado, Michèle consigue vencer nada menos que en tres rallyes, Portugal, Acrópolis y Brasil. Son rallyes mágicos, sobre todo Portugal y Acrópolis. En Portugal, ganó el Rallye tras una actuación estelar en el difícil tramo de Arganil bajo una intensa niebla y gracias a otra actuación estelar, la de su copiloto: Michèle dijo que conducía “con los ojos de Fabrizia”). Y llegó el Costa de Marfil, el penúltimo rallye. Una victoria allí podría darle el Mundial y Michèle lo sabía. Era un rallye muy especial que favorecía a su coche y ella lideraba el rallye. Pero entonces le llegó una muy triste noticia: Su padre, su “héroe” acababa de fallecer. La primera intención de Michèle fue abandonar el rallye e ir junto a su familia, pero Fabrizia le convenció de que el mejor homenaje a su padre era continuar… pero no era lo mismo… y su rallye acabó en un accidente… perdió el Mundial, un Mundial que era suyo. Pikes Peak ¡Vaya repaso! En 1985 participó en la carrera Pikes Peak Internacional Hill Climb, coto privado de hombres, pero de hombres y coches americanos. Pese a que su presencia resulta incómoda y a algunas “trampillas”, consigue la victoria ​y se convierte en el primer no estadounidense en triunfar en la prueba, en la primera mujer en ganar y bate por mucho el récord… fue a por todas. En 1986, nada menos que con un Peugeot 205 Turbo 16 gana el Cto. Alemán de Rallyes, pero cuando desaparecen los Grupo B, Michèle pierde la motivación y deja el mundo de los rallyes… para mí, una retirada prematura. Pero la apetecía vivir su vida… y es lo que hizo. Conclusión. Michèle es una mujer especial. Disfrutó mucho con los coches, pero supo pasar página. Ahora colabora en la Federación Internacional del Automóvil y se dedica a sus labores de ser abuela… Fabrizia estuvo mucho más tiempo ligada a la competición y sigue disfrutando de ella. Dos grandes amigas, dos mujeres muy especiales, pero de muy diferente forma de ser. Pero la gesta de Michèle Mouton aún perdura. En el momento en que los rallyes eran más difíciles, los coches eran más delicados y peligrosos y se juntaron una generación de pilotos únicos, como Alen, Blomqvist, Mikkola, Röhrl, Toivonen, Vatanen o Waldegard, ella estuvo a su altura y en ocasiones, superó a todos… ninguna mujer se ha acercado, ni de lejos, a esa gesta…
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Y entonces aparece Michèle… y ningún hombre quería que una mujer le ganase… pero en más de una ocasión, les ganó a todos… y solo la mala suerte impidió a esta mujer ser Campeón de Mundo de Rallyes… Como os he dicho al comienzo, tenía muchos títulos y al final he escogido este: “¡La historia más grande jamás contada!” ¿Por qué? Porque el mundo del automóvil, de las carreras, están llenas de grandes historias y de grandes hombres… y de muy pocas mujeres. Y ninguna, 40 años después, ni siquiera se ha acercado a los logros que consiguió esta francesa. Si siempre digo que la realidad supera a la ficción, esta historia es un ejemplo que demuestra que es cierto. Os contaré todo, con detalle, comenzando, como debe ser, por el principio. Pero la conclusión os la anticipo ya. Y no es mía, es de otra mujer que también consiguió logros que ninguna mujer ha vuelto a repetir. Me refiero a Fabrizia Pons, su copiloto, que dice algo que es para mí es la clave de todo: “Michèle había nacido para ser piloto de rallyes”. Comienzos casuales. Michèle nace en Grasse, Francia, en 1951. Su padre era un gran aficionado al mundo del automóvil y la pequeña Michèle, con solo 14 años “robaba”, entre comillas, el 2 CV que tenía su padre en una casa de campo para comenzar su “carrera” de piloto. No comenzó joven y lo hizo casi de casualidad participando en 1973 como copiloto de su amigo Jean Taibi nada menos que en el Rallye de Córcega. Pero enseguida se dio cuenta de una cosa: El asiento que le gustaba era el de la izquierda. Y decidió dar el salto y participar como piloto. Apoyo de su padre. Ella lo dice siempre: Su padre era su “héroe”. Y seguramente ella era la heroína de su padre. El caso es que el Sr. Mouton le compra un Alpine A110 y le financia una temporada en rallyes y le dice: “Si destacas y consigues patrocinadores seguimos y si no, al menos lo habrás intentado”. En 1974, Michèle hace una temporada con actuaciones destacadas, pero sobre todo destacadas “para ser chica”. A todo el mundo le sorprendía que una chica, además joven y guapa, pudiese ser tan rápida. Llegan Elf y Fiat. En 1975 la compañía petrolera francesa Elf le ofrece su apoyo y Michèle se convierte en profesional. También gracias a Elf formó parte de un equipo femenino junto con Christine Dacremont y Marianne Hoepfner que llevaron el prototipo Moynet LM75 al primer puesto de su categoría en las 24 horas de Le Mans. Michèle se divirtió mucho corriendo bajo la lluvia y rebasando a coches más potentes. En 1977 le ofrecen formar parte del equipo oficial de Fiat para correr el Campeonato francés. A Michèle nunca le gustó ese coche con motor delantero y que según ella “se conducía como un camión”. Quizás el haberse formado conduciendo un Alpine y haber conducido coches como el Stratos le hacían ver a ese coche con otros ojos… Un truco publicitario. A comienzo de los 80, Audi quería ser una marca Premium y decidió que el Mundo de los Rallyes era un buen escenario en el que destacar. Desarrollo un coche revolucionario, el primer Audi Quattro, con turbo y tracción total. Y fichó a uno de los mejores pilotos del momento, el finlandés Hannu Mikkola. Y pensaron, ¿y si fichamos a una mujer? Nos daría una muy buena publicidad. Si lo hace medio bien, hablaría muy claro de las bondades del coche… y si lo hace mal, pues ¡es una mujer! basta que sea simpática. Pero con Michèle se equivocaron. Sí, era y es simpática… pero con mucho carácter. Cuando se enfadaba, daba miedo. Se equivocaron porque Michèle no iba a Audi a hacer de “florero”. Y la excelente copiloto que fichó, Fabrizia Pons, tampoco. Y esto quedó claro desde el principio, pero sobre todo en el Rallye de San Remo, donde se convirtió en la primera mujer, y de momento en la última, en ganar una prueba del Mundial de Rallyes… y no lo tuvo fácil, nada fácil. ¿Mala suerte? En 1982, ya bajo el reglamento de Grupo B y con el Audi Quattro muy mejorado, Michèle consigue vencer nada menos que en tres rallyes, Portugal, Acrópolis y Brasil. Son rallyes mágicos, sobre todo Portugal y Acrópolis. En Portugal, ganó el Rallye tras una actuación estelar en el difícil tramo de Arganil bajo una intensa niebla y gracias a otra actuación estelar, la de su copiloto: Michèle dijo que conducía “con los ojos de Fabrizia”). Y llegó el Costa de Marfil, el penúltimo rallye. Una victoria allí podría darle el Mundial y Michèle lo sabía. Era un rallye muy especial que favorecía a su coche y ella lideraba el rallye. Pero entonces le llegó una muy triste noticia: Su padre, su “héroe” acababa de fallecer. La primera intención de Michèle fue abandonar el rallye e ir junto a su familia, pero Fabrizia le convenció de que el mejor homenaje a su padre era continuar… pero no era lo mismo… y su rallye acabó en un accidente… perdió el Mundial, un Mundial que era suyo. Pikes Peak ¡Vaya repaso! En 1985 participó en la carrera Pikes Peak Internacional Hill Climb, coto privado de hombres, pero de hombres y coches americanos. Pese a que su presencia resulta incómoda y a algunas “trampillas”, consigue la victoria ​y se convierte en el primer no estadounidense en triunfar en la prueba, en la primera mujer en ganar y bate por mucho el récord… fue a por todas. En 1986, nada menos que con un Peugeot 205 Turbo 16 gana el Cto. Alemán de Rallyes, pero cuando desaparecen los Grupo B, Michèle pierde la motivación y deja el mundo de los rallyes… para mí, una retirada prematura. Pero la apetecía vivir su vida… y es lo que hizo. Conclusión. Michèle es una mujer especial. Disfrutó mucho con los coches, pero supo pasar página. Ahora colabora en la Federación Internacional del Automóvil y se dedica a sus labores de ser abuela… Fabrizia estuvo mucho más tiempo ligada a la competición y sigue disfrutando de ella. Dos grandes amigas, dos mujeres muy especiales, pero de muy diferente forma de ser. Pero la gesta de Michèle Mouton aún perdura. En el momento en que los rallyes eran más difíciles, los coches eran más delicados y peligrosos y se juntaron una generación de pilotos únicos, como Alen, Blomqvist, Mikkola, Röhrl, Toivonen, Vatanen o Waldegard, ella estuvo a su altura y en ocasiones, superó a todos… ninguna mujer se ha acercado, ni de lejos, a esa gesta…
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