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In 1943, 13-year-old Zuzana Justman and her family are sent to Theresienstadt, a transit camp and ghetto in occupied Czechoslovakia. While the Nazis claim Theresienstadt was a model ghetto with a thriving cultural life, Zuzana and her family face starvation, illness, and fear of the mysterious transports that take her loved ones away, never to return. Learn more at www.lbi.org/justman . Exile is a production of the Leo Baeck Institute, New York and Antica Productions. It’s narrated by Mandy Patinkin. This episode was produced by Rami Tzabar. Our executive Producers are Laura Regehr, Rami Tzabar, Stuart Coxe, and Bernie Blum. Our associate producer is Emily Morantz. Research and translation by Isabella Kempf. Sound design and audio mix by Philip Wilson. Theme music by Oliver Wickham. Special thanks to the German Federal Archives, the Guardian, Will Coley, The International Festival of Slavic Music for the use of their 2018 performance of Hans Krasa’s Brundibar, as well as Zuzana Justman for the use of her film, Voices of the Children. This episode of Exile is made possible in part by a grant from the Conference on Jewish Material Claims Against Germany, which is supported by the German Federal Ministry of Finance and the Foundation Remembrance, Responsibility and Future.…
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Serie radiof�nica basada en la novela de Rafael F. Mu�oz y en el libro cinematogr�fico de Xavier Villaurrutia y Fernando de Fuentes que dieron origen a este cl�sico del cine mexicano.
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Serie radiof�nica basada en la novela de Rafael F. Mu�oz y en el libro cinematogr�fico de Xavier Villaurrutia y Fernando de Fuentes que dieron origen a este cl�sico del cine mexicano.
Mexican prissoner?, Yo s�, yo no� El general Villa nunca fue descubierto por los americanos. Con el �nico fin de arrancarle la confesi�n sobre el paradero de Villa, Tiburcio fue llevado a un hospital americano, d�nde fue atendido con amabilidad, pensado quiz�s que as� ser�a m�s f�cil convencerlo. Tiburcio resisti� valiente. Al no poder conseguir nada, Tiburcio fue abandonado donde estaban los carrancistas. La gente del pueblo reconoci� en �l, al hombre que le vend� la pierna al general, quien consigui� la guay�n, y quien sab�a d�nde estaba su jefe. Tampoco confes�, y solo dijo que Villa hab�a muerto y que el mismo lo hab�a quemado. Como respuesta ante su terquedad fue morir en la horca, llev�ndose para siempre el paradero de su general. Despu�s de 33 d�as Villa llega al sitio prometido y la multitud los aclama, Viva el general Francisco Villa.…
Tiburcio, ha ca�do como el m�s animal de los animales� Fueron los Punitivos, y es hecho prisionero. Dos de los hombres que deb�an regresar a la cueva donde se ocultaba Villa han desaparecido. Entre el general y Tiburcio se desarrolla una breve conversaci�n sobre el posible paradero de sus compa�eros. Tiburcio le dice a Villa que debe buscarlos para tomar una decisi�n. Una vez en el arroyo cae en una trampa para osos que han puesto los Punitivos. Tiburcio es hecho prisionero, y para confesar un apache le desolla los pies. Sin soltar una sola palabra con respecto al paradero de Villa, primero la muerte antes de confesar. �l �nico hombre que sab�a a ciencia cierta d�nde estaba Villa, se convert�a as� en un prisionero sumamente importante.…
Fue un viaje duro, y la marcha se hizo fatigosa y lenta. La cueva era fr�a, como rec�mara de oso, y oscura, como caja de muerto. Producto de la herida de bala, Villa se encuentra en estado febril. Y en esa condici�n, inicia la marcha en la guay�n, rumbo a los �lamos, cruz�ndose en el camino con carrancistas que no sospechan que herido, viaja el general. Cuando bien llegaron a su destino, Villa les pide abandonar la guay�n, improvisar una camilla, y subir por una serie de escarpados hasta localizar una cueva donde estar� a salgo y seguro de los gringos que andan tras de �l. La fiebre no baja y en su delirio Villa siente que su fin est� cercano. Entonces le ordena a Tiburcio que si llegara a morir lo incinere, pues no quisiera que el enemigo se llevara una parte de �l.…
Pancho Villa es alcanzado por una bala carrancista. Emisarios van en busca de un m�dico americano. Villa no se hab�a dado cuenta, pero una bala solitaria hab�a dado en su pierna derecha dejando ver el hueso. Tiburcio, mostr�ndose sol�cito se aprest� a examinar la herida y poder determinar la gravedad de la herida. Sin entrar en su estribo, el pie derecho se qued� balanceando en el aire, y al paso, la tropa vencedora se devolvi� hacia Ciudad Guerrero. Sin posibilidad de encontrar al m�dico americano, Villa decidido buscar alivio en otra poblaci�n, para lo cual debe ceder parte de su poder en un hombre de confianza, mientras el regresa, Francisco Beltr�n, un indio yaqui, de cara rojiza y brillante como perol de cobre. Villa se va con una escolta de siete hombres rumbo a Los �lamos.…
La Expedici�n Punitiva. Villa combate a tropas carrancistas. Villa no solo tiene que estar prevenido de la incursi�n de las tropas norteamericanas, sino de las tropas carrancistas que, a toda costa buscan la cabeza del general. El 27 de marzo Villa toma Mi�aca y sorprende a la guarnici�n, unos 172 hombres que no aceptan la propuesta de Villa de luchar en contra de los americanos. Entre los fusilados se encontraba el general carrancista, Cano. Tiempo despu�s toma Ciudad Guerrero y prepara una emboscada contra los hombres del general Jos� Cavazos. Las tropas villistas fueron tendi�ndose en tierra, buscando la defensa de los grandes pedruscos.…
Villa fue de nuevo el jefe amado. Con Tiburcio en el Estado Mayor del general, las tropas villistas se preparan para el ataque de los americanos. La leyenda contaba que as� como Villa pod�a ser desalmado y bandida, tambi�n sab�a ser agradecido. Como una muestra de gratitud hacia Tiburcio y su hijo, muerto en combate, Villa lo integra a su Estado Mayor. Villa vuelve a ser el hombre audaz, el que conoce a la perfecci�n su tierra, sus �rboles, las cuevas y los r�os. Se sabe invencible. Para una mejor defensa, env�a a Balboa hacia el norte para que �ste le informe acerca de los planes de los americanos, as� como de las tropas federales. El general Cano, y el general Pershing.…
Con Pablo L�pez a su izquierda y Leobardo M�rquez, Villa se puso a la cabeza de la columna rumbo a Columbus. �Tambi�n t� me salvas? Villa estaba decidido a invadir Columbus, partiendo desde Palomas. Las razones y los pretextos era lo que menos importaba. Sin embargo al enterarse que en El Paso 35 mexicanos hab�an sido quemados vivos intencionalmente, despert� la furia del general. As� fue que el 9 de marzo de 1916, Villa entra a territorio norteamericano para atacar a las fuerzas del coronel Scolum, veterano de la campa�a de Cuba. Las escaramuzas y batallas fueron sangrientas, muchos fueron los muertos. Entre ellos el hijo de Tiburcio, que al igual que su padre, salvaron la vida del general. Villa coment� enardecido: Que raza. Para despu�s emprender la retirada, orgulloso de su acci�n y sus hombres, a tierras mexicanas.…
�Por qu� te dejas hablar as�, Tata? � Columbus, El Coloso del Norte. Somos fieles a Pancho Villa, dec�a Tiburcio a su hijo, como buscando alg�n tipo de consuelo mientras las tropas villistas dirigen su paso hacia el norte, hacia Palomas con el prop�sito de llegar a Columbus. Pero el camino no ser� f�cil, los hombres que integran a los Defensas, que buscan a toda costa acabar con Villa, acechan a cada instante. En una reyerta, Celestino, un hombre que vigila de cerca de Tiburcio, muere de un certero balazo en la nuca. Sospecha de Balboa, un desertor de las tropas federales. �Y c�mo cu�ntos soldados americanos hay? �Muchos?, pregunta el general.…
Tiburcio y su hijo montan en caravana rumbo al norte, convencido y resignado a su destino. Somos bandidos. El silencio es �ndice de temor, de inconformidad. �Qu� somos pues? Somos bandidos. Somos fieles a Pancho Villa. Villa habla con Tiburcio para convencerle que su sanguinaria determinaci�n era por su bien. Pronto dejar�a de preocuparse. Pero Villa tambi�n le tiende una trampa, lo que obliga a Tiburcio en cientos de pensamientos, de temores, de miedos e inseguridades. Aunque el siempre ha sido leal a los principios que desencadenaron la lucha, se siente bandido, acechado y se�alado. Desconf�a de Balboa y Celestino.…
Pancho Villa, de h�roe a bandolero, y un s�bito encuentro con el general, que termina en tragedia. Despu�s de sentirse ninguneado por Villa en la batalla de Zacatecas, Tiburcio regresa a su terru�o, donde disfruta de la compa��a de su familia, su hijo, su hija y su esposa. Un d�a lo abordan los Defensas, un grupo de ex - villistas le piden unirse a ellos para luchar en contra de Villa, que para muchos ya es un hombre despiadado y cruel a lo cual Tiburcio se niega porque �l siempre ser� villista. Cuando menos lo esperaba, Villa llega a casa de Tiburcio, encuentro que tendr� un inesperado final.…
Las tribulaciones de Tiburcio que decide abandonar la lucha, pero nos los ideales. Tiburcio lleva a cuestas el dolor de haber perdido a uno m�s de sus amigos y compa�eros. De los cinco Leones, solo queda �l. Al ser ninguneado por Villa que muestra su temor a ser contagiado por la viruela, Tiburcio se refugia con su familia, para arar y sembrar sus parcelas, convencido de haberlos abandonado por mucho tiempo. Sin embargo est� convencido de seguir a su general en cuanto este apareciera. Tiburcio sab�a que tarde o temprano suceder�a.…
En los carros del servicio sanitario hab�a todo para curar una herida, pero no para combatir una epidemia. El drama de los Leones de San Pablo parece no tener fin. A la muerte de Melit�n, se suma la enfermedad de M�ximo, quien ha contra�do viruela. Al temer por una posible epidemia que cause innumerables bajas en los Dorados, el general Urbina le ordena a Tiburcio que incinere a su amigo para cortar de tajo con el contagio, porque las tropas villistas iban en camino a Zacatecas. Dos d�as despu�s llegan a Calera los primeros heridos.…
El C�rculo de la Muerte y la muerte de Melit�n. Solo quedan dos Leones. Despu�s de la toma de Torre�n, y en un momento de tregua, los tres Leones de San Pablo, aceptan la invitaci�n para formar parte del C�rculo de la Muerte, y cuya misi�n es mostrar quien es el m�s valiente. Melit�n sabe y presiente que dada su corpulencia ser�a un blanco seguro del macabro juego. Y as� fue, Melit�n es alcanzado en el vientre por la bala salida en la oscuridad, pero no muere de inmediato. Los Dorados exigen un muerto, y por ello, para demostrar su valor, Melit�n se dispara un tiro en la sien. Ahora quedan dos Leones, pero uno de ellos, M�ximo es presa de la fiebre, y que Tiburcio cuida con esmero.…
La traicionera oferta de rendici�n de los Leones de San Pablo y la toma de Torre�n. Velasco no cae en la trampa y sabe que la supuesta rendici�n es un ardid de las huestes del jefe Villa. En una sorpresiva decisi�n son condenados por un Consejo de Guerra para morir en la horca. En el momento en que Botello est� a punto de morir colgado, las tropas villistas inician un intenso tiroteo que culmina con la liberaci�n de los Leones de San Pablo y la toma de Torre�n. Pero ah� no terminan las aventuras de M�ximo, Tiburcio y Botello, ahora deber�n mostrar su valent�a en un grupo de treces dorados, llamado el �C�rculo de la Muerte�.…
Espinoza muere con el puro en la boca. Los tres Leones de San Pablo, M�ximo, Tiburcio y Melit�n fingen pedir tregua al general Velasco. Sinopsis: En una sorpresiva acci�n militar, los tres Leones de San Pablo, son comisionados para fingir una tregua al general Velasco, urdiendo un supuesto mal trato por parte de la poderosa Divisi�n del Norte. Velasco es un militar que no se dejar� enga�ar f�cilmente, y por ello, buscar� la forma de cerciorase si el plan que han fraguado es real, de lo contrario ser�n fusilados. Los tres Leones se lamentan por el hecho de que no sea combatiendo como pudieran perder la vida. Sin embargo quedan resignados a la suerte.…
Muerte de Miguel �ngel, Becerrillo. Acabaremos con los pol�ticos, lucharemos hasta tener nuestras tierras. Una gr�a coloc� despu�s un t�mpano de cantera, cerrando la urna en que hab�a quedado el ata�d de Becerrillo. Ahora los Leones de San Pablo preparaban de nuevo, con m�s coraje que antes, sus carabinas, sus cartucheras, sus pistolas y sus bombas de dinamita. En la batalla en el Cerro de la Pila, muere el hermano de M�ximo, ca�do de espaldas ten�a el pecho atravesado por una bayoneta, y el fusil en alto se balanceaba como un abanico. En la refriega el manco Espinoza, es alcanzado por el fuego.…
Tiburcio Maya, M�ximo Perea, Melit�n Botello, Mart�n Espinoza, Miguel �ngel del Toro, cinco hombres que se dicen rancheros, se unen a las fuerzas del jefe Villa. Llenos de orgullo y valor, los cinco rancheros piden hablar con el jefe Villa, pues aunque no comprenden a fondo las razones de la lucha, sienten que es importante formar parte del ej�rcito del poderoso Centauro; se hacen llamar �Los Leones de San Pablo�. Despu�s de conocer a Villa, los Leones son aceptados en el grupo armado con el rango de tenientes, incluso el mismo general bautiza a Miguel �ngel como, �Becerrillo�, dada su juventud. Inmersos en la batalla, forman parte de la poderosa Divisi�n del Norte, que lucha en G�mez Palacio, as� como en la avanzada hacia Torre�n. Sin embargo la aparici�n de los dragones del general Reyna hiere mortalmente a Miguel �ngel, Becerrillo.…
Miguel �ngel es un joven experto en armas, con buena punter�a y excelente nadador. El capit�n Medina sospecha de �l, porque en una semana han sido abatidos 14 hombres que formaban parte de una guarnici�n que cuidaba el puente. Cada uno con un certero tiro de carabina 30-30. Ante los ojos de un f�rico capit�n Medina, Miguel Diablo escapa nadando aguas abajo, a brazadas largas. Medina advierte que no solo no morir� un hombre m�s, sino que conservar�n el puente intacto, reforzados con 10 mil hombres que traen consigo un enorme ca��n llamado, �El Ni�o�. Para sorpresa de todos, una gran explosi�n derrumba el puente, y Miguel Diablo a lo lejos, sonr�e satisfecho de la acci�n, y que a la postre le cuesta la vida al capit�n Medina que es fusilado. Finalmente Migue �ngel, va en busca del hombre fuerte de la revoluci�n, Pancho Villa.…
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