Memoria de San Francisco de Asis: 4 de Octubre (P. Tomás "Martín" Deely, C.Ss.R.)

The Good Word

Los Sabios y Entendidos

Repito esas palabras de Jesús que acabo de proclamar. Jesús nos dice: 'Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. San Francisco de Asís fue así. Celebramos su fiesta hoy. Pero San Francisco no era siempre una gente, una persona sencilla. Era de una familia rica. Gozaba de riquezas y placeres durante muchos años. Pero entonces Francisco vivió unas experiencias duras. Cayó herido y enfermo en la guerra. Empezó a vivir muchas tristezas y disgustos. Y fue así que Dios, el Señor del Cielo y la Tierra, como dice el evangelio…fue así que Dios empezó a entrar el alma y la vida de Francisco. Fue así, entre heridas y enfermedades que Francisco comenzó a ver y entender esas cosas escondidas. Fue entonces cuando Francisco empezó a ser unas de aquellas personas sencillas a quienes Dios revela su ternura y su amor. Casi todo nosotros hemos oído la historia de cuando San Francisco besó el hombre leproso. Fue un momento de disgusto y horror para Francisco porque él tenía miedo de cosas feas y de mal olor. Pero el milagro de aquel momento fue que Dios hizo que Francisco, quizás por primera vez vio la belleza y la hermosura de Cristo dentro de los pobres y tristes. San Francisco vio la belleza de Dios dentro de una persona enferma y rechazada. Entonces Francisco, abrazado ya por el rico amor de Dios, Francisco abrazó al hombre leproso en quien veía claramente la persona de Cristo. Hoy muchas personas traen sus perros, gatos y otras mascotas para que, en esta fiesta de San Francisco los sacerdotes los bendigan. Es porque San Francisco en su famoso Canto al Solo veía la belleza de Dios en todas las criaturas de Dios. Pero no debemos la cosa fea que San Francisco veía cuando dice esta al final del Canto: ¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!: bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad, porque la muerte segunda no les hará mal. Querido San Francisco protégenos de la única cosa fea que es el pecado y ayúdanos ver y amar las cosas hermosas que Dios ha creado.

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